Los rosales de mi jardín
Un pequeño pensamiento en agradecimiento a grandes mujeres que me han formado, que me han compañado.
En el marco del 8M, me sentí con la intención de compartirles un pensamiento que gira constantemente por mi cabeza; Para que se escuche mi voz no siempre es necesario gritar, sino pararme en el lugar que más eco haga; esta carta es mi manera de conseguir que mi queja resuene para la posteridad.
Como muchos saben, actualmente estudio la carrera de Derecho. Quien guste, le puede preguntar a mis amigas que desde la secundaria quería mi ser parte de esto. Soy la típica morrita que desde chiquita las injusticias le prendían el alma en llamas, y no podía quedarme callada. Recuerdo que tuve muchísimos problemas en la escuela por eso. Pensaba en: ¿por qué nadie dice nada si hay tanto que decir? ¿Por qué nadie toma acciones para evitar la injusticias y el dolor de los demás? ¿Por qué siguen haciendo las cosas mal? ¿ ¿Por qué solamente se quedan viendo sin tomar acción?
Y, ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué? …
Muchas preguntas que contestan a la primer pregunta que te hacen los maestros de derecho en la facultad: ¿Por qué estudiaste derecho?
A pesar de que estudiar leyes sea la carrera soñada para muchos, no es fácil para muchas compañeras. Ellas no me dejarán mentir de lo difícil que se torna este camino, ya que muchas veces te llegas a topar con pared.
Muchos pensarían que con toda esta ola feminista, las mujeres en los espacios de estudio ya somos libres de poder ser víctimas del machismo. Claro, se han lorgado grandes cosas, hemos ganado más espacios, más derechos. Podemos votar, tener nuestros propios negocios, estudiar y trabajar en lo que queramos, ser libres y autenticas en la nuestra forma de vestir, de hablar.
“Nunca olvides que una crisis política, económica o religiosa será suficiente para que los derechos de las mujeres sean cuestionados”. - Simone de Beauvoir.
¿Quién iba a creerlo? Si en pleno 2024 el gremio jurídico es uno de los más machistas que existen. El ámbito del derecho es uno de los espacios donde se ejerce más violencia tanto académica, física, como psicológica. En el que muchas veces mujeres brillantes terminan siendo menospreciadas, minimizadas y sintiéndose tan chiquitas como en reflejo de las inseguridades de los propios agresores.
Y no es solo un sentimiento, no es la primera vez que alguien habla sobre estos temas desde su perspectiva personal.
He visto mujeres grandes, brillantes, mágicas, siendo atacadas por sus capacidades. Porque en sus mentes piensan que la belleza no puede caber en la misma caja que el pensamiento. Se sigue permeando ese pensamiento machista en muchos lados, contándose en forma de chistes para empañar un poco el vidrio del machismo del que se protegen y se rehúsan a romperlo. Realmente me gustaría que fuera mero drama mío, pero desgraciadamente son cuestiones que te tocan ver y vivir todos los días, en múltiples escenarios, y no solamente en la abogacía.
Dicen que una se vuelve feminista con su propia historia. Recuerdo mi primer trabajo en el ámbito jurídico. Había entrado a Fiscalía y el jefe del departamento “X” apenas me volteó a ver y me comió con la mirada; no me quedó más que sonreír tratando de evitar mi incomodidad para no verme exagerada, porque qué pena, era mi primer “trabajo” relacionado con mi carrera. No podía utilizar un vestido porque sabías lo que hablaban a tus espaldas.
Recuerdo también cuando una vez fui a una entrevista de trabajo y el señor que me entrevistó me termino acariciándome la mano y preguntándome qué pasaría si él me pidiera un beso, sin bastarle un no como respuesta.
O también, con el simple hecho de que tener que vivir la vida bajo el mansplaining.
Con lo anterior, no estoy victimizándome, ni muchos menos; sino que con ello quiero mostrar la realidad que muchas mujeres que somos estudiantes de derecho hemos vivido tan solo en la búsqueda de un buen trabajo, de una oportunidad de poder aprender. Que de todo corazón, pero que muchas compañeras estén exentas de eso.
Y en contraste a esas vivencias, me he encontrado con personas muy gratas, ya sea hombres y mujeres que me han forjado en el camino de la abogacía, compartiéndome un pedacito de su mente, de sus aprendizajes, de sus ideales, y han hecho a la Dany del 2024 a quien le queda mucho, pero mucho camino por recorrer.
En ese sentido, atendiendo a que estamos en el marco del 8M, además de que lo que e hizo querer publicar esta carta después de abandonar esta plataforma, fue principalmente el recuerdo y agradecimiento de esas mujeres con las que he tenido la dicha de coincidir y han contribuido un granito de arena en que este camino. Este escrito esta enfocado en ellas.
Y creo que de eso se trata, de abrirnos y hacernos el camino más fácil y accesible entre todas, sobre todo en este gremio.
Soy un pequeño rosal cuyos botones han florecido gracias a las semillas que grandes mujeres que han sembrado en mí.
Lo digo con cariño, con agradecimiento. Porque se me viene a la memoria cientos de veces que ellas fueron mi red de apoyo, de fuerza y impulso, juntas hicimos sinergía.
Una de las personas que han sembrado esa semilla en mí, se llama Irene, secretario del Tribunal en el que hace menos de un año me encontraba trabajando. Ella sembró una semilla en mí cuando se tomaba el tiempo de explicarme el por qué de los sentidos de los acuerdos, no obstante de tener 20 expedientes pendientes por acordar. Porque cuando me iban a dar mi primer nombramiento, yo dudé en un principio por inseguridad. Y cuando le dije que no lo iba a tomar, aparte de regañarme, me convenció dándome su apoyo completo y muy genuino. Ella fue plantando sus semillas, desde el momento uno.
Borraba mis dudas; ella lo complejo lo hacía sencillo. Siempre me inspiraba a estudiar más, y cuando creía que no podía hacer un proyecto por lo complejo que me parecía, sus palabras siempre decían: “Dany, no hay nada que no puedas hacer”. Sus palabras y enseñanzas han quedado impregnadas en mí, y no solo en lo profesional, sino también en mi día a día. Es una mujer que impulsa, que apoya, que ayuda a crecer y comparte gustosa y de manera inspiradora su conocimiento.
También otra Secretario que, un poco contrario a la anterior, me enseñó sosteniéndome fuerte la cara, con firmeza. Pero poco a poco su corazón se ablandó conmigo, y creo que si me gané un pedazo de su corazón. Ella me aventó a nadar teniendo conocimientos básicos de nado, hizo que me las ingeniara para aprender a flotar. Su manera de enseñarme era un poco arcaica pero realmente funcional. Siempre me decía que sus técnicas me harían fuerte; cuánta razón tenía. Cuando ella hacía un escrito muy interesante, siempre me lo compartía y me decía que lo leyera. Orgullosa ella de sí misma, y mi curiosidad llenándole su ego. Su apoyo nunca era directo. Lo más lindo que me llegaba a decir cuando leía mis escritos, mis acuerdos, era: “mira, y no te tienes fe”.
Otra mujer que ha sembrado una semilla de mi rosal, es una abogada que trabaja en el despacho en el que ahora estoy de pasante. Aunque fue chiquito el tiempo que la llamé jefa, el tiempo que he llevado ahí siempre he contado con su apoyo incondicional. Gracias a ella, una compañera y yo del despacho estamos en una comunidad de mujeres abogadas, que busca capacitarnos y brindarnos mentorías, descuentos de cursos, diplomados para nuestra continua capacitación. Con ella, tengo la certeza de que ante cualquier problema que se me suscite, ella estará disponible de brindarme su ayuda, sin ningunearte, sin hacerme sentir mal. Siempre se ha interesado por los temas que más me gustan, por cómo me siento. Me ha enseñado mucho sobre redacción, sobre orden y organización.
Cuando estaba directamente a su cargo, solíamos tener juntas para la organization y distribución de trabajo. Pero recuerdo tener una junta con ella -que tal vez no sabía lo especial que era en ese momento- en la que el tema central básicamente fue cómo sobrevivir a un ambiente que, entre tantos hombres, como mujer puede tornarse pesado. Leer y leer ¿qué? noticias, jurisprudencias, artículos, noticias locales, internacionales. Tener todo en el radar.
Sentí que me compartió los tips que le hubiera gustado tener en su momento.
Mis amigas, que siempre están ahí, han sembrado semillas en mí. Ellas tienen la culpa de que sea tan picky con mis parejas porque ponen la vara demasiado alta. Siempre me hacen sentir amada, querida, apachada. Son mi red de apoyo cuando los cables de los demás ámbitos de mi vida están haciendo corto circuito. Me han enseñado que aunque no me sienta bien interiormente, ello no significa que debo de sanar sola. Me quieren completa, rota, con dudas, con el mundo abajo, cuando el mar sale de mis ojos; ellas se quedan, y me acompañan. Sin duda, muchos de los pétalos que coexisten e integran partes de mi ser, son porque ellas me han mostrado el amor más genuino que existe. Sin las semillas no hay flores, sin mis amigas, no me abrazaría la dicha que hoy me acoge.
Mi madre, mi hermana. MI ABUELA.
Podría hacer este texto más y mas largo, pero no quiero ponerme más cursi. Cada mujer de mi vida, que he decidido mantener cerca de mí, ha sembrado algo en mi, en mi corazón, en mi mente mucha ternura, amabilidad, compasión, y sobre todo fuerza. Me siento orgullosa del circulo de mujeres del que he decidido rodearme porque es un círculo en el que nos apoyamos entre todas. Nos apoyamos, nos empujamos, subimos todas a la montaña. Entre nosotras nos echamos porras, nos aplaudimos y nos abrazamos.
Una red de apoyo entre las mujeres es fundamental. Y qué bien se siente ayudar a las demás como te hubiera gustado que te hubieran ayudado. Que te apoyen como a ellas les hubiera gustado ser apoyadas. Porque hacer la diferencia si se puede, y entre nosotras se sigue sintiendo esa corriente que nos llena de fuerza con destellos de complicidad.
Porque ya nos hicieron muy chiquitas tanto tiempo. Porque ser sentimentales es un superpoder que nos han hecho creer que es un defecto. Porque tenemos mucho que aportarle al mundo: mente, corazón, espíritu, pasión. Que lo que han visto de nosotras no se compara con lo que vamos a lograr.
Creo que aún no concibamos que México está por tener a su primer mujer presidenta. Que la Presidencia en la Suprema Corte de Justicia lo tiene una mujer. La primer persona de nacionalidad mexicana en ir al espacio es una mujer. Aunque digan que no, que los espacios de altos mandos sean ocupados por mujeres, SI hace la diferencia. Si las mujeres que hice mención con anterioridad no hubieran estado ahí, muchos espacios se seguirían rigiendo bajo el mando de los hombres y por ende, no existiría un espacio de equidad.
Les estamos demostrando de lo que estamos hechas. Por muchos años nos han hecho dudar de nosotras, del peso de nuestras acciones, del poder de nuestra presencia, de nuestra inteligencia, de nuestra fortaleza, y nos la hemos creído todo este tiempo. Pero ahora, sobre todo en 8 de marzo, nos damos cuenta que quienes tenían miedo, eran ellos.
Quiero cerrar esta carta diciéndoles que si ni tienen la oportunidad o las ganas de acudir a la marcha, no se sientan culpables. Porque cada una que crea en este movimiento está poniendo su grano de arena en esto. Solo basta con hacer la diferencia desde nuestra trinchera, desde nuestros espacios.
Veo al feminismo como la religión. Para mi el movimiento no es separatista, es un movimiento que tiene que unir a mujeres y hombres en contra del machismo que también les perjudica día tras día. Mi feminismo es compasivo con los que me felicitan el día de hoy, al señor que me regaló mi café en la mañana, las personas que nos regalan flores. Hay que comprender que es muy difícil para muchas personas de generaciones más arriba que lo que hoy concebimos como el 8M.
Pero también hay que informar a nuestro alrededor, de lo que se está haciendo, y no desde un lugar de superioridad o haciéndolos sentir mal o miedo al preguntar sobre el tema. Apoyemos a que se sientan en confianza de preguntar sus inquietudes sobre el 8M, de entender el movimiento. Lo reitero que es una lucha de todos, y abrir la conversación al dialogo, para mí es fundamental. Que nos escuchen, que nos vean.
Así, con suerte, las futuras generaciones sentirán lo mismo sobre lo que pasa actualmente, como cuando nosotras nos sorprendemos cuando ante la mujer no podía votar.
.
.
.
Gracias, gracias, gracias a todas las mujeres que desde su trinchera, ponen un granito de arena.
-Your fellow writer