Llevo varios borradores hechos, y muchas notas acumuladas en mi celular yl a verdad es que si he escrito para mí, pero cuando se trata de exponerme a escribir, no voy a mentir que he estado sintiendo un bloqueo en hacerlo. No sé si es que necesito desenredar todos esos nudos que se me han enredado en mi cabeza, el que varias personas estén aquí, el hecho de querer escribir mejores cosas, como más soluciones a conflictos, que vivir tratando de desenredarlos, pero qué seria de la vida sin todo ese enredo, sin esas subidas y bajados como los latidos del corazón cuando son leídos por un electrocardiograma?
O tal vez es que tengo tanto qué decir que termino por mejor no hacerlo.
Pero me he propuesto a hacerlo, sin importar el resultado.
Había vivido un año en el que me metí muchísimo a aprender sobre la inteligencia emocional, mucha teoría o platicas en el psicólogo sobre esos temas, pero no me había tocado aplicarlo, que es ahí donde viene la parte difícil, porque es cuando te cuestionas, pisas freno antes de decir algo que tu antiguo yo diría o haría. Y a veces terminas orgulloso de que actuaste mejor que como lo hubieras hecho, que termina saliendo mejor de lo que creías, te da esa paz dentro de que lo estas haciendo bien, de una manera más responsable, y otras veces terminas embarrado de vergüenza, porque no sabes de donde salió esa parte de ti.
Pero eso mismo, me ha llevado a darme cuenta de muchísimas cosas que hago en automático y termino cachándome de mis actitudes, esas veces en las que el ego habla más fuerte que la razón o el corazón. Esas veces que como humanos, terminamos escogiendo un mal camino, pensando que sería lo mejor para nosotros, forzándola, dejándonos llevar por cómo se siente y no por lo que en realidad es.
Y sigo aprendiendo, de esa parte que me hace ser humana, y también a verme con compasión. Dejarme ver cómo soy, sin ser cruel conmigo, porque el primer paso para cambiar, es ponerlo en la mesa y ser consciente de eso, sin sentimientos, por lo que es y cómo es en realidad que puedo decir que esa es la parte más dificil: darte cuenta cuando hacemos las cosas mal, (y lo seguiremos haciendo). He escuchado ese pensamiento en el que siempre se gana o se aprende, y eso es bieeen importante, ver a los errores con ojo de oportunidad para mejorar eso que no hemos estado haciendo bien. El ver con claridad esas partes de nosotros que antes no habíamos visto, entender de donde vienen nuestros puntos ciegos en donde el ego, el miedo, las inseguridades nacen, es un paso enorme.
Por eso he traído muchos bloqueos, porque no quiero escribir cosas cuando todo es claro, también me gustaría hacerlo cuando pierdo la guía y la confusión entra, cuando necesito brújula y me pierdo en mis olas, porque también traigo un mar dentro de mi, en donde no solo cabe la razón, a veces me convierto en caos que muchas veces, con suerte, termina enseñándome.
No solo enseñarles el pastel, sino el proceso que me llevó a cocinarlo.
Esas batallas internas han venido con un mar de lecciones que he escrito y me gustaría compartírselas, porque me hubiera querido saberlas desde antes:
1. Las personas no cambian cuando queremos, cambian cuando ellas deciden hacerlo.
Muchas veces nos hemos visto en la situación en la que estamos en una relación y creemos que la persona nos va a dar todo eso que pedimos, pero en realidad no nos puede dar, que cambiará con el hecho da darle todo nuestro amor, que el amor es aguantar o amar hasta que “cambien”. Lo cierto es, que las personas no cambian cuando queremos que lo hagan, cambian cuando es su tiempo, cuando ellas lo deciden. El querer que alguien sea diferente, no es amarla de verdad. Y hay veces que soltar es lo mejor que puedes hacer por los dos.
Amar es estar, pero cómo estar en lugares donde no nos amamos a nosotros mismos?
La sociedad lo tiene mal visto; elegirte a ti mismo, por no perderte. El vivir tratando de sanar a las personas y romantizarlo nos puede llevar con ellas al hoyo en el que se encuentran, y esto viene desde la cultura y moralidad que pensar diferente, causa conflicto, si algo no embona con lo que piensas, hay que dejarlo ser, aunque tal vez no con nosotros.
Con esto no digo que no ayudemos a los demás o perdamos ese gran sentido de empatía, pero no tratemos de reparar personas que no nos corresponden y que muchas veces terminan por llevarnos con ellos. Hay que aprender a elegir nuestras luchas, pensar si muchas de ellas en realidad valen la pena. Seamos solidarios y demos ese consejo, ese abrazo, esa llamada, pero no vivamos romantizando el vivir reparando personas porque todo tiene un limite, y es nuestra responsabilidad fijarlo bien.
2. Si no hay coherencia, sácalo de la ecuación.
Esta es una regla de oro de vida, y me ha servido para muchísimo.
Cuando las acciones no concuerdan con las palabras que te dicen, es una bandera roja de la persona con la que estás. Esas personas que dicen una cosa y hacen totalmente lo contrario, normalmente quieren sacar un provecho de ti a través de la manipulación. Identificarlo al principio no es fácil, pero se va haciendo como un músculo cuando más lo vas utilizando. Comunica lo que sientes, las personas que en realidad te aman, lo entenderán y estarán abiertas al diálogo. Al principio será dificil digerirlo para algunos, pero nunca nadie te debe hacer sentir mal por lo que sientes.
Si no hay cambio, cambia de dirección.
3. Cuando tu intuición te hable a la primera, o te empiece a picar, hazle caso.
Recuerdo muchas veces que yo sabía por dentro en muchas situaciones de mi vida que ahí no era, sabía que tenia que pisar freno, parar e irme. Recuerdo una saber que estaba mal en una situación e ignoraba a esa voz que al principio era susurro y terminaba convirtiéndose en grito. Era una incomodidad que me terminaba pinchando y la gota de sangre es equivalente a todo lo que duele.
¿Qué es más vieja, la mente o el alma?
La respuesta la sabes; y con el adjetivo viejo, me refiero a más sabio. Por eso cuando nuestra intuición nos dice o susurra algo, dudamos si estamos locos, pero siempre termina teniendo razón.
4. Las personas que te rodean, influyen en tu felicidad
Quise agregar este último, porque en realidad pienso que la calidad de vida que tenemos se cuenta en la calidad de personas con las que nos rodeamos.
Si tienes personas que te apoyan, te dejan sentir y te abrazan, esas que son TUS personas, cuídales como una plantita. El rodearte de gente real, que te quiere ver en realidad bien, que no te metan el pie, que te apoyan y no comen carne de las otras personas, aumenta tu felicidad. En realidad somos las personas que nos rodeamos, porque ellas influyen en nosotros y entre más ns compartamos con ellas, más aprendemos de ellas. Elegir bien con quienes nos compartimos es clave para la felicidad, pues al estar con quienes podemos ser nosotros mismos, sin ser juzgados es un sentimiento completamente liberador.
Siempre terminamos aprendiendo de ellas, pero la pregunta aquí es, ¿de qué tipo de personas queremos aprender?
Acércate al tipo de personas que quieras ser, que admires, pero sobre todo que te traigan paz y seguridad.
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Estas son unos de tantos pensamientos que he aprendido con el tiempo. Y no se llega a estas conclusiones sin ver el lado oscuro que tenemos, ese lado enrededado y que terminamos desenredando siempre.
Que las cosas complicadas y la falta de claridad son necesarios para aprender y no hay necesidad de sentir vergüenza por ello. Que no está mal estar mal y TODO, si lo vemos con los ojos correctos, siempre nos enseña algo.
La confusión es necesaria, la incertidumbre inevitable, y aprender a confiar en que el camino se aclara no es fácil, pero dejarse sentir siempre vale la pena.
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Your fellow writer
dmso